Hace 30 años, Valentín Noguera logró una proeza por la cual aún en el ambiente del motociclismo tucumano baten palmas. En el autódromo “Nasif Estéfano” les ganó “a los porteños”, en una fecha del Campeonato Argentino de Velocidad. Él era un piloto popular en la provincia, con excelentes resultados desde la década del ‘60, pero sin que ello haya tenido un correlato nacional.
“Ellos fueron a un programa de televisión y dijeron que andaban a 230 kilómetros por hora. Un periodista les comentó que en Tucumán había un piloto bueno que podía hacerles fuerza. ‘No le ganan así nomás. Les puedo decir que les va a salir al frente como sombra negra’ escucharon”, comenzó “Tim” su relato, con entusiasmo.
El crédito local tenía en ese entonces 37 años. Los visitantes lo conocían sólo de referencias, pero no los habían visto correr. “Cuando yo aparecí con la moto en el autódromo, ellos estaban con sus máquinas relucientes, las promotoras, todo el circo. Me vieron y me dijeron ‘¿con ese catre vas a ganar?’. El mío era un chasis de Rumi 160cc, con frenos a tambor.”
- ¿Y qué pasó?
- Me hicieron largar último por una cuestión de ranking, y les gané. Le saqué una vuelta y media a Tortone, que corría con una moto que le hacía Gustavo Morea. Otros pilotos “picantes” en pista eran Claudio Barrientos, Mulet. Después de eso se corrió la prueba de la 125cc Internacional, con el uruguayo Fabián González, campeón argentino y sudamericano, de 18 años. Me desafiaron a correr y acepté. Estaban, entre otros, Eduardo Amen, Oscar Cobas, Silvio Nocete. Les gané fácil, me hicieron largar último otra vez y ya en la cuarta vuelta los pasé a todos. Recuerdo que los neumáticos que tenía mi moto eran de calle.
- ¿Qué te dijeron los porteños?
- Querían llevarse el motor. Yo no quise, porque era algo mío; le había hecho la caja, el embrague, la camisa. Si ellos lo estudiaban, podrían haberlo hecho en serie. “Kutungo” Giobellina mandó a decirles que él había desarrollado el motor.
Las historias de “Tin” parecen intermibles. Con una memoria prodigiosa, desgrana detalles inimaginables de su carrera deportiva. Y lo hace una intensidad semejante a la que mostraba en pista en sus tiempos de piloto.
Con “Lito” Mohamed edificó una amistad que llega hasta el presente. “Fue mi maestro, un gran piloto, el primero que me dio una moto libre. Yo tenía una para ‘cuadreras’. Un día me preguntó si quería dar una vuelta en su máquina y acepté. No me olvido más ese día.” Con el motorista yerbabuenense dice haber vivido cientos de historias. Recuerda una... “corría 1979 y me fui a competir a La Rioja sin conocer el circuito y con una moto de cilindrada inferior. Me tomé algunas vueltas para reconocer la pista, hasta que decidí atacar. Llegué a la vuelta final y pasé a los dos de adelante por afuera. Llegué a la meta primero y se desató la locura.” Un detalle de esa aventura: iban a viajar un sábado, pero como no tenían aros para la moto, “Lito” se puso a fabricarlos. Terminó a las 3 del domingo, a horas del inicio de la carrera...
¿Más historias? Una más con “Lito”: “estaba por largar en Catamarca y vi que mi principal rival, ‘Fulbito’ Juárez, tenía la rueda de su moto pinchada. Pedí que se detenga la largada para que se la cambien y “Lito” lo hizo. Carreras hay un millón, piloto uno solo. Somos de carne y hueso y yo nunca fui de dañar a nadie”. El final, casi previsible: “Tin” ganó.
“En las carreras me iba bien, pero el apoyo para correr fue siempre una dificultad. Los únicos que me ayudaban era Antonio Salim y Luis Schilman. Este último me llamaba y le decía ‘vení gallego que voy a darte un par de cubiertas’”, cuenta.
A los 67 años, Noguera (a quien el “Tin” le quedó adosado al apellido desde que su hermana, aún pequeña, no podía decir su nombre completo), aún recuerda su primera carrera, cuando tenía 13. “Debuté en el parque 9 de Julio, con una Honda 50cc que le afinaba a un amigo. Iba ganando fácil, pero pinché el neumático trasero. Di dos vueltas en llanta, paré y perdí la carrera”, asegura.
Por ese entonces, él era lavamotos en el negocio de Jaime Cuadrado. Su papá era mecánico y vivía en 25 de Mayo al 1.700. “Obvio que soy ‘decano’ por la zona en que vivía. Era muy amigo de los jugadores de Atlético de los ‘70. Iba seguido a la casa de ‘Lito’ Espeche. Me juntaba con Ruiz, Milicay, Bulacio. Vi jugar a Albrecht, al “Atrevido” Medina, Graneros, Tejerina, Ginel, “Pepe” Solórzano, Villa, Ghiso, Palomba. El fútbol me gustaba, pero también seguí al boxeo. Era muy inquieto.”
En su casa no sabía nadie que había empezado a correr. El dueño de la moto, Raúl Espinosa, le había firmado una autorización. “Temblaba el pobre, no sabía qué iba a hacer”, cuenta riendo.
“Tin” corrió en todo el NOA, pero nunca lo hizo en Buenos Aires. “No me daban ni para el sandwich de milanesa”, recuerda. Ganó unas 100 carreras. Le gustaba correr en el “Nasif Estéfano” y llegó a estar invicto en el Norte con 30 carreras ganadas, de manera consecutiva, con motos de 125 y 175cc.
“Yo era como un futbolista que se cría en el potrero: según cómo pica la pelota la trata y arma la jugada. En la pista yo hacía lo mismo: enfrentaba a mis rivales tratando primero de familiarizarme con la pista y después buscando sacarle lo mejor a mi moto”, advierte.
Noguera corrió regularmente hasta los 37 años, pero su última carrera fue a los 42. “Fue en El Cadillal. Me invitaron un sábado para que corra el domingo. Tenía la moto parada, en la casa. Le pasé el plumero y la hice arrancar. Juan Rotondo y Avelino Elías fueron a comprarme cubiertas, porque las que tenía estaban resecas. Las puse, fui a correr, largué y gané.”
Dice que dejó de correr porque su madre sufría del corazón y no quería hacerle daño. Con este final llega también el de esta nota, claro, con anécdota incluida. “Mamá nunca me vio correr. Mi abuela sí. Ella, con su tono bien español, me dijo un día: ‘¡mira pues que tengo un nieto con tres pares y medio!’”. A buen entendedor, pocas palabras...
Una relación fundamental
Noguera corrió con preparación de “Lito” Mohamed hasta principios de los ‘80. Su relación con el motorista yerbabuenense fue clave para él: aprendió los secretos de la profesión, además de la técnica. De este modo, cuando dejó de correr, se dedicó de lleno a la preparación de motores de kart y de motos. Y así siguieron más éxitos para él.
Hacedor de campeones
Llevó a kartistas como Diego Macedo y los hermanos Conta a que logren títulos. “A Pablo Hinojosa lo dejé a un punto de ganar el título. En motos, llevé a Santiago Juárez, a “Lalo” Solís, a Acevedo, a lo más alto.”
Reconocido en Salta
Los hermanos salteños Walter, Daniel y Oscar Conta lo contactaron en los últimos años y lo contrataron como preparador. Llegó a ir a Brasil con los motores de kart directos que preparaba.
PUNTO DE VISTA
Un amigo del alma
Carlos "Lito" Mohamed - Preparador de motores
Vivimos experiencias increíbles con “Tin”, de esas que no se olvidan. Siempre fue un tipo sano, humilde, transparente, puro corazón. Iniciamos nuestra amistad por un problema de salud que yo tenía: por una hepatitis no podía correr y le ofrecí mi moto. Quedó encantado. Me acuerdo que era una Zanella modificada por mí, que tenía un motor de kart injertado con una caja de velocidad. Tenía dos carburadores y era de 98cc. Me acuerdo que él se subió y de livianito que era la hizo volar. “Tin” reunía las mejores condiciones de un piloto de motos: peso-conducción-coraje. Se cansó de ganar carreras, anduvimos por circuitos de todo el NOA. Un día le dije que ya no podía seguir preparándole la moto y lo insté a que él lo hiciera. Aprendió tanto y tenía tanta disciplina que salió adelante de la mejor manera. De miles de anécdotas con él, recuerdo una: cuando nació mi primera hija, Silvina, pintó ese nombre en el tanque de la 175cc con que debutaba. Un personaje total.